Avi

Calendura y Calendureta

¿Quién tocará las horas cuando tú no estés?

El tema de la cuarta edición de Miralibro era «Las horas». Buscando un enfoque sobre el que hacer un libro de artista, pensé en los toques de campana que nos avisan del paso del tiempo desde las torres de iglesias y ayuntamientos. En algunas, cada vez menos, los encargados de tocar las campanas son unos autómatas llamados «tardones».

Y de estas figuras, de las que aún quedan en funcionamiento, me enamoró Miguel Calendura, que anuncia las horas desde la Torre del Reloj en Elche (Alicante). Sin olvidar a su humilde compañero Vicente Calendureta, que toca los cuartos.

Para reflejar el implacable paso del tiempo, pensé en un libro de sesenta páginas, que girasen sobre un eje sin principio ni fin. El eje estaría fijado a una estructura de cartón a la que se articularían unas tapas delanteras y traseras, para dar espacio al giro de las páginas. En las correspondientes al minuto 15, 30 y 45 la ilustración de Calendureta lleva su martillo de cartón para tocar una campana suspendida de la parte superior; en el minuto 60 Calendura toca su campana… y vuelta a empezar.

Estos personajes tenían su propia historia… Cuando el Ayuntamiento decidió cambiar la ubicación del reloj, quedaron en el olvido, por poco tiempo, pues las protestas populares hicieron que el Ayuntamiento reconsiderara su decisión y devolviera el reloj a su antiguo emplazamiento, y los tardones recuperaran su actividad.

Esto me pareció muy inspirador, tanto que decidí escribir un pequeño cuento donde dar vida a estos personajes y a otros que no pueden abandonar su puesto junto a sus campanas correspondientes. Algunos ya no están, otros siguen en su campanario y nos obligan día a día a levantar la vista y recordar la hora.

Calendura y Calendureta formó parte de la exposición Miralibro 24 «Las horas», y ganó el premio por votación popular. Ahora está en Valdemorillo, en la Casa de Cultura. Está escrito a mano, con tinta y plumilla, y las ilustraciones pintadas a témpera. Con el cuento hice un pequeño libro independiente, con ilustraciones en blanco y negro.

Aquí está el texto:

CALENDURA Y CALENDURETA
Figura de naipe,
rey sin corona,
guardián del tiempo
toca las horas.
Golpea con fuerza,
haz la llamada,
despierta al pueblo
tu campanada.
Miguel Calendura,
apuesto soldado
sin aventuras.

En lo alto de la torre
Calendureta
toca los cuartos
sin una queja.
Alguacil con alma
de marinero,
mascarón de proa,
mástil viajero,
en tierra te has quedado,
fiel campanero.
Vicente sin padre,
sin mar, sin sal,
solo, sin nadie.
¡Ay, Vicentet!
¿Quién tocará los cuartos
cuando tú no estés?

Hasta la torre alta
llegan rumores:
“Cesantes y sin paga
vais a quedar,
el reloj de la torre
lo van a jubilar”.
Cien años de trabajo
no valen nada.
Mas de un siglo en la torre,
con el viento de cara,
la tormenta en invierno,
el calor en la espalda.
Y ahora al fuego,
a la hoguera,
pronto arderá
tu cuerpo de madera.
¡Ay, Vicentet!
¿Quién tocará los cuartos
cuando tú no estés?

Y de una torre a otra
los pájaros lo cuentan:
“No habrá cuartos ni horas
ni toques de tormenta”.
Tardones de iglesia
y de ayuntamiento:
“La suerte está echada,
cambian los tiempos”.
El Papamoscas sufre,
el Martinillo llora,
Juan Zancuda se enfada,
y Colasa, en Astorga, se siente desdichada.
Lamenta el cruel destino
del gentil caballero
de pícaro bigote,
y su fiel compañero.
No sonríe el Orejón
del reloj de Villena,
y el reloj de Caudete,
con su mona bromista
mezcla cuartos y horas
y llama siempre a Misa.
Tocaron a difuntos,
tocaron arrebato,
repiqueteos de boda,
toques de asalto.
¡Ay, Vicentet!
¿Quién tocará los cuartos
cuando tú no estés?

En un triste febrero
callaron los relojes.
Llegó la primavera,
las cigüeñas volvieron,
los pájaros cantaron,
las horas no se oyeron.
Y las crónicas cuentan
que aquel verano
las gentes protestaron,
y no fue en vano.
Entrado ya el otoño,
en el mes de noviembre,
volvió el reloj de Elche
a su torre de siempre.
Volvió Calendureta
a su torre mas alta
y Miguel Calendura
tocó las campanadas.
Una hora, otra hora,
el tiempo pasa,
y las campanas tañen
hasta mañana.
¡Ay, Miguelet!
¿Quién tocará las horas
cuando tú no estés?